Eutanasia voluntaria: la que se lleva a cabo con consentimiento del paciente.
Eutanasia involuntaria: la practicada contra la voluntad del paciente, que manifiesta su deseo de no morir. Más que de eutanasia habría que hablar de homicidio.
Eutanasia no voluntaria: la que se practica no constando el consentimiento del paciente, que no puede manifestar ningún deseo, como sucede en casos de niños y pacientes que no han expresado su consentimiento informado.
Eutanasia activa: la que mediante una acción positiva provoca la muerte del paciente.
Eutanasia pasiva: el dejar morir intencionadamente al paciente por omisión de cuidados o tratamientos que están indicados y son proporcionados. Suele hablarse de eutanasia sin más.
El juramento hipocrático debe de sanar y salvar la vida del paciente en toda circunstancia ha sido esgrimido por el estamento medico como un límite deontológico insalvable para prestar su apoyo a la práctica de la eutanasia e incluso para fundamentar la objeción de conciencia al aborto.
Pero este principio básico de la ley médica, invocable siempre, se enfrenta a una realidad social que, inexorablemente, lleva una relectura actualizada del mismo: poblaciones sobre envejecidas en las que cada vez son más frecuentes las situaciones terminales y en las que la propia ciencia médica han diagnosticado en un tiempo cierto el fin irreversible de quienes las padecen.
La eutanasia es la acción que acelera la muerte de un paciente con la intención de evitar sufrimientos. El concepto está asociado a la muerte sin sufrimiento físico. Concretamente podemos establecer que existen dos tipos de eutanasia. Así, por un lado, estaría la llamada eutanasia directa que es aquella que viene a definir al proceso de adelantar la muerte de una persona que tiene una enfermedad incurable. En este caso, a su vez, aquella se puede dividir en dos clases: la activa, que básicamente consigue la muerte del citado enfermo mediante el uso de fármacos que resultan letales; y la pasiva, que es la que consiste en la consecución de la muerte de aquel mediante la suspensión tanto del tratamiento médico que tenía como de su alimentación por cualquier vía. Por otro lado, el segundo gran tipo de eutanasia es la llamada indirecta. Bajo dicha terminología se encuentra aquella que lo hace es intentar paliar el dolor y sufrimiento de la persona en cuestión y para ello se le suministran una serie de medicamentos que como consecuencia no intencionada pueden producir la muerte de la citada persona.
Los médicos son los responsables de ejecutar la eutanasia, por lo general con el apoyo de los familiares del enfermo en cuestión. Hay casos, sin embargo, donde el enfermo se encuentra en condiciones de elegir sobre su propio cuerpo y solicita la aplicación de la eutanasia. Esta práctica, sin embargo, está prohibida en la mayoría de los países. La eutanasia despierta todo tipo de debates éticos. Sus defensores aseguran que evita el sufrimiento de la persona y que rechaza la prolongación artificial de la vida que lleva a situaciones que son indignas. Los detractores, en cambio, consideran que nadie tiene derecho a decidir cuándo termina la vida del prójimo.
La eutanasia
está clasificada de diferentes formas: directa e indirecta según el accionar
médico, y voluntaria e involuntaria si se cuenta o no con el consentimiento del
paciente informado y consciente.
Según el
accionar médico
Eutanasia
directa: cuando existe una provocación intencional del médico que busca la
terminación de la vida del paciente. Esta a su vez posee dos formas:
Activa o
positiva: se le considera activa o positiva (acción) cuando existe un
despliegue médico para producir la muerte de una persona como suministrar
directamente algún tipo de fármaco o realizando intervenciones cuyo objetivo es
causar la muerte.
Pasiva o
negativa: es pasiva o negativa (omisión) cuando la muerte es producida por la
omisión de tratamientos, medicamentos, terapias o alimentos. En este tipo de
eutanasia, la actuación del médico es negativa pues su conducta es de «no
hacer». En otras palabras se culmina todo tipo de actividad terapéutica para
prolongar la vida de una persona que se encuentre en fase terminal, pues se ha
concluido que el tratamiento es inútil para el mejoramiento del paciente.
Eutanasia
indirecta: es la que se verifica cuando se origina sin la intención de causar
la muerte del paciente. Según la definición de eutanasia la indirecta no lo
sería pues uno de los elementos de esta práctica es la provocación intencional
de la muerte. En todo caso, la indirecta se da como resultado de efectuar
procedimientos médicos intensos, con intención terapéutica, que pueden producir
la muerte.
Según la
voluntad del paciente
Voluntaria:
es aquella en la cual es el paciente quien toma la decisión o por terceras
personas obedeciendo los deseos que el paciente ha expresado con anterioridad
en algún tipo de documento o grabación.
No
voluntaria: ocurre cuando un tercero toma la decisión pues no es posible
averiguar la voluntad del paciente por la imposibilidad de expresarla o porque
este no ha dejado expresa su voluntad.
Involuntaria: sucede cuando un tercero toma la decisión pues no es posible averiguar la voluntad del paciente por la imposibilidad de expresarla, este no ha dejado expresa su voluntad y no se le consulta a los parientes.
Marino español. En 1968 cayó al mar, se golpeó contra unas rocas y sufrió sección medular. Vivió 30 años con tetraplejía. A pesar de solicitar la eutanasia los tribunales españoles no se la concedieron. Decidido a morir, pidió ayuda a 11 amigos para suicidarse con cianuro. Dividió la tarea entre 11 amigos para que la justicia no pudiera inculpar a ninguno. En la Navidad de 1998 grabó su suicidio.
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